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En la actualidad, los grandes grupos culturales que habitan esta región son los llamados pueblos semi-bantús, resultado de la unión entre grupos autóctonos bantú con etnias paleo-sudanesas provenientes del norte.
Pueblo tikar. Según la tradición oral, los tikar tienen su origen en el enfrentamiento entre el belaka (rey) de los mbum y su hijo Klo, acusado de haber mantenido relaciones sexuales con una de sus esposas. Cuando el belaka fue informado, le habría dicho a Klo: ti kalá je (‘vete de aquí’), de donde vendría el nombre tikar. Obligado a abandonar el país, Klo y los suyos se establecieron en las riberas del río Mbam.
La gran mayoría de los tikar que viven en la Planicie Tikar se definen como un pueblo ‘mestizo’, producto de la unión cultural y racial entre diferentes pueblos africanos.
Pueblo bamun. Las 215.000 personas que pueblan el departamento del Noun, en el oeste, también se reconocen como descendientes de la etnia tikar.
El fon o jefe de los bamun está rodeado por un consejo de ancianos, personas pertenecientes a una sociedad secreta, que lo aconsejan en todas las decisiones importantes y quienes también juegan un papel importante en la elección del sucesor.
Hoy en día, una de las mayores señas de identidad del pueblo bamun es su arte. Muchas familias de Foumban combinan los trabajos agrícolas con la fabricación de máscaras, estatuas, tejidos, y joyería, piezas para vender a los turistas que visitan el Reino Bamun.
Pueblo bamileké. ‘Bamileké’ es un término colectivo de origen colonial que engloba a varios pueblos semi-bantús de origen tikar relacionados histórica, cultural y lingüísticamente entre sí. Los más de dos millones de bamileké que pueblan las tierras altas del oeste camerunés se dividen en unos cien grupos tribales que hablan diecisiete dialectos distintos.
A partir de la llegada de los primeros alemanes a su territorio a finales del siglo xix, los bamileké se adaptaron rápidamente a la nueva realidad colonial. Las fértiles tierras del oeste atrajeron a los granjeros alemanes que implantaron grandes explotaciones agrícolas. Muchos bamileké trabajaban en las plantaciones y con lo poco que ganaban empezaron a crear pequeños negocios relacionados con el comercio de productos agrícolas entre el oeste y la costa.
Jefaturas bamileké: La sociedad bamileké está organizada tradicionalmente en jefaturas (chefferies en francés) jerarquizadas. La vida social y política gira en torno al jefe o fon, asistido por un grupo de nobles y consejeros, cuyo poder y prestigio han subsistido hasta el siglo xxi.
Las jefaturas tradicionales siguen jugando un rol fundamental en la vida cultural y política de Camerún. El Estado camerunés reconoce y se apoya en la autoridad moral y política de los jefes tribales, que constituyen jefaturas de primer, segundo y tercer grado. Hoy en día, gran parte de los cameruneses continúan identificándose con su etnia y su jefe tradicional.
Antes de la colonización europea del siglo xix, existían, en lo que actualmente conforma la República de Camerún, diversos estados de talla e importancia variables. Estos reinos independientes florecieron, sobre todo en el Norte, bajo el gobierno de los Lamidos musulmanes, y en el oeste y noroeste del país, en la zona conocida como las Grasslands. Como en otras partes del mundo, la historia de estos reinos es abundante en batallas, anexiones y momentos de esplendor.
Punto referencial de la organización social, el fon bamileké ejerce funciones tanto políticas como espirituales. La prosperidad de su reinado está estrechamente ligada a su papel de mediador entre el mundo de los vivos y el de los ancestros, entre el mundo ‘ordenado’ de la jefatura y el mundo ‘oscuro y peligroso’ de la brousse o jungla.
El fon gobierna rodeado de una estricta jerarquía de consejeros, sociedades secretas y sirvientes reales, que contribuyen al ejercicio del poder y al equilibrio del reino. El centro simbólico del poder es el palacio, reflejo de la cosmología bamileké, con sus ritos, arte cortesano y promoción de un sistema de valores propios.
A pesar de las influencias occidentales y los cambios económicos y sociales que han marcado la historia moderna del País Bamileké, el sistema tradicional basado en un orden antiguo de poder parece estar adaptándose bien al fenómeno de la globalización. Así, vemos como los mismos fon están liderando y promoviendo proyectos de desarrollo en sus reinos, como la construcción de universidades, industrias agroalimentarias y nuevas infraestructuras viarias. Cambios que fortalecen el sentimiento identitario de un pueblo moderno que no renuncia a sus tradiciones ancestrales.
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